Es difícil sentarse a escribir y reflexionar sobre qué
canciones han marcado mi vida; Mis 23 años de existencia con los pies en la
tierra. Nunca hasta ahora me había parado a pensar cómo la música podía haber
influido en mí, o qué canciones significan algo, o me recuerdan a alguien y por
qué.
No es fácil ponerle banda sonora a la película que es mi
vida, pero puede resultar interesante hacer un recorrido por ella. Intentaré
que me conozcáis de la forma más sincera y personal que pueda.
Allá voy…
La primera canción que se me ocurre cuando pienso en mi
niñez, es la banda sonora de Mulán. Sí, esa chica guerrera que nunca se rindió
y consiguió lo que quería. Me identifico mucho con ella. Siempre rodeada de hombres que no apostaban
por ella; que la veían como el sexo débil. Pero ella, terca como la que más,
demostraba todo lo contrario.
Cuando era pequeña, siempre estaba rodeada de chicos y no de
chicas. Me gustaban los balones y los coches y no las muñecas ni los vestidos,
me gustaba jugar a pelear y no a las cocinitas, me gustaba sentarme con niños y
no con niñas, me gustaba correr, saltar, luchar, ganar… Era una guerrera
rebelde. Y eso, eso era ser diferente, porque la sociedad intenta (aunque cada
vez menos) imponer lo que debes o no debes hacer y cómo debes o no debes ser, y
con lo que debes o no debes jugar… pero cuando eres pequeña, nada importa, solo
disfrutar. Y yo lo hacía.
Al igual que Mulán, siempre
demostré que no podrían conmigo y que sería lo que quisiera ser. Por suerte, a
día de hoy, sigo luchando cada día por lo que quiero. No me rindo.
Y entre lucha y lucha, llego a esa
etapa difícil de definir… era un poco niña, y ya quería estar en la
adolescencia.
El grupo que se me viene a la
cabeza sin duda, es Estopa. Es imposible elegir una canción. Fue de este grupo el
primer disco original que tuve en mis manos. Lo conocí gracias a mi hermano. En
aquellos tiempos, aún no había internet, ni varios ordenadores en casa, ni
móviles… asique teníamos que compartir. Compartir, eso que al poco tiempo,
dejamos de hacer para siempre, pero que me ha dejado un buen recuerdo. Ese
grupo era un gusto común a los dos.
Un poco más adelante, recuerdo que
jugábamos al Counter Strike, por turnos, y siempre sonaba estopa de fondo… Mi
hermano, incluso tenía una camiseta.
A día de hoy, me gusta mucho
escucharles. Me sigo aprendiendo sus canciones aunque ahora las descargue de
internet y sigo con ganas de verlos en directo… ¡quizás este año en el festival
Weekend Beach sea el momento! Lo único que ha cambiado, es que ahora los discos
los escucho sola, y al Counter Strike, juego sola.
Dicho esto, cabe decir que mi madre, nunca fue muy partidaria
de que jugáramos a ese juego.
Ella siempre ha intentado que mi
hermano y yo, no dejáramos de compartir cosas. No lo ha conseguido, pero lo intenta,
y eso la hace fuerte. La hace diferente. La canción que me recuerda a ella, es
de un cantautor llamado Delah cuyo título es “Tu sabor”. Tuve el placer de
poder preguntarle personalmente si la había escrito pensando en su madre, y me
dijo que no, a lo que le contesté, que entonces estaría pensando en la mía,
porque la clava. A mi madre también le
gusta esa canción.
La frase que destaco es “Y tu voz, suavemente, recorriendo mi mente
al decir que me seque los ojos y que, coja un manojo de ti, y que sienta que
estás junto a mí”, porque mi madre siempre me da trocitos de ella para
unirme cuando estoy rota. Siempre está lista para mí, incluso cuando no es
recíproco.
Supongo que eso es lo que deben
hacer los padres, “estar ahí” cuando lo necesitamos los hijos. Los míos, cada
uno a su manera, lo han estado.
Y llega la adolescencia, los
primeros “amores”, revolución de hormonas.
Cambios.
Miedos.
Todo nuevo.
Mi padre
no supo qué decir cuando sentados en un bar los dos solos, le dije que me
gustaba un chico, y mucho menos, cuando supo qué chico era. Le dije que le gustaba
el rock y le enseñé algunas canciones. “Porquería”, me dijo con voz firme.
Quiso que le contara al chaval que no había mejor rock que el andaluz, y eso
hice.
Al terminar....mi padre estaba disgustado. El
chico estaba disgustado. ¿Yo? Ni me acuerdo, pero ese grupo, y concretamente
esa canción, me recuerdan a mi padre. Es una pequeña anécdota, quizás demasiado
absurda, pero quiero volver a encontrar un momento para escucharla con él, y
poder tener otra anécdota más, esta vez, más enriquecedora.
Por otro lado, a lo largo de la
vida, muchas son las personas que entran y salen y pocas son las que se
quedan; aquí toma un importante papel la amistad. La amistad verdadera. La que dure
o no, es buena y fuerte. No creo en el amor para toda la vida y no creo en la
amistad para toda la vida, solo creo en el amor del bueno y amistad de la
buena, y durará, lo que tenga que durar.
Cuando sea “medio-bueno”, ya no lo
quiero.
Para ese grupo de personas que han
formado parte de mi vida, mucho o poco tiempo, la canción que asocio, es la de
“Mis colegas” de Ska-p. EL grupo tiene una peculiar forma de hacernos ver la
realidad social en la que nos encontramos inmersos. Afirmo que mis amigos no
los perdí por las drogas, ni por delincuencia, como dice la canción, o tal vez
sí, no lo sé, (porque los perdí). Pero es un hito importante y no quería
dejarlo pasar, ya que sin ellos y ellas, seguramente no sería como soy ahora.
Si me leéis, gracias.
Hablando de amistad, y avanzando un
poco más en la línea del tiempo, he de decir que mi actual mejor amigo, es un
unicornio pequeñito que duerme junto a mí cada noche desde hace años. Y cuando
digo “cada noche” me refiero a las 365 noches de cada año. Puede parecer
infantil, quizás lo sea, no lo sé, suelo actuar por impulsos y, la verdad, no
me considero como una persona con alma de “Peter Pan”, simplemente, este ser,
me acompaña.
La canción que me define en los
años finales de la adolescencia, es “Mi unicornio azul” de Silvio Rodríguez.
Este artista me lo enseñó un amigo; un amigo de los que siguen.
En esta etapa, yo empecé a pensar
que el mundo era injusto, que la vida era injusta, que las cosas no se estaban
haciendo bien y, por eso, nada funcionaba. Quizás fue aquí cuando empecé a ser
un poco más rebelde; cuando empecé a pensar que no debía conformarme con nada,
ya que nada era suficiente, y cuando empecé a pensar en cambiar; no yo, sino el
mundo. Sin embargo, estaba perdida, como el unicornio. No sabía cómo hacerlo.
Ni siquiera estaba segura de qué era lo que quería… Pero buscaba nuevos
objetivos que me acercaran al cambio.
Además, esta canción es muy significativa para mí, ya que una persona muy importante en unos años de mi vida, me regaló un pequeño unicornio para llevarlo en el cuello. Ahora, es lo único que me queda de él. Mi pequeño unicornio llamado Nolo.
Y entre cambio y cambio, hubo uno
que aun queriéndolo borrar, es imposible.
Un colega: estaba y dejó de estar.
Y eso, fue importante, y no quería
pasarlo por alto. Una tarde en un parque, estábamos con una guitarra,
canturreando, y me dedicó una canción. “Pequeña de las dudas infinitas”, de
Supersubmarina. Siempre he creído que era nuestra canción, o al menos, mía… ya
que al fin y al cabo, me la dedicó.
Recuerdo una feria, que el grupo
vino a Jaén, y no teníamos dinero para el concierto, lo que no supuso un
problema: compramos pipas, patatillas, 1L de coca cola y otro de Aquarius y nos
fuimos al parque de la Alameda, a escucharlo desde fuera. Qué más daba no ver a
los artistas, o no escuchar el sonido con calidad… estábamos bien, y eso es lo
importante.
Ahora, cada vez que suena esa canción, me acuerdo de ese concierto.
De esa persona.
De ese parque.
Del castillo de Otíñar.
...
Y entre amigos y colegas, surgió el
amor. El amor de ese momento.
Esa canción fue, sin querer, una
declaración. ¿De qué? No lo sé. Quizás amor, quizás amistad, quizás sexo,
quizás todo eso… Pero nada volvió a ser igual después de esa canción. No sé si
es la más importante a lo largo de estos 23 años, pero ese amor, me ha dado los
mejores y los peores momentos de mi vida.
He aprendido que no hay que tener
la llave echada; no hay que cerrar el corazón, ni la mente. Hay que ser libre y
feliz, y hay que follar, reír, pelear, besar, llorar, acariciar, gritar,
perdonar, abrazar… pero sobre todo, sentir. Sentir. Y esque, como dice Iván
Ferreiro, SPNB[1].
Por
esta canción, ahora tengo un miembro nuevo en mi sociedad secreta y somos
exploradores de la vida.
Intrépidos.
Un equipo.
Y no, no cesamos en descubrir
cosas nuevas.
Y hablando de nuevas experiencias...
Esta canción define mi notable inquietud acerca
de un tema social actual: la homosexualidad y la transexualidad. Creo que no
sentí la canción en mi interior de manera tan profunda, hasta que este cambio
surgió en mi familia. Ahora es más fácil empatizar. Personalmente, no me
encuentro en esa situación, pero por suerte, personas cercanas a mí, sí. Y sí, digo por suerte, porque tienen la suerte
de poder demostrar cada día al resto del mundo, que todo vale, que se puede ser
feliz y diferente (entendiendo diferente como minoría en la sociedad actual). Me encanta ver lo diferente como lo bueno.
Ellos me lo han enseñado, por eso me siento afortunada de poder recibir
lecciones de estas personas y de ver cómo logran cambios positivos en sus vidas
y en las de los demás.
Hay mucho que hacer, mucha información que dar, y sobre todo, muchas mentes que abrir, porque no hay peor enfermedad social, que el rechazo a las personas, sea cual sea el motivo.
Me repugna.
Y hasta aquí, las canciones más
significativas, creo, con lo más significativo de mi vida. Espero que hayáis
podido conocerme un poco más.
María, (9 de Abril de 2017,
20:50-22:38)
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